Saturday, June 11, 2005

En el tiempo dado, se conoce al artista

Durante muchos años me pregunté qué significaba para mí conocer a un(a) escritor(a). Recordaba lo poco que se conoce de los grandes. En ocasiones se les presenta como arrogantes, superfluos. En otras titubeantes como Kafka. Imaginaba en sueños diurnos ser parte del mundo de alguien que llenara mi vida con su arte, hablando de arte estrictamente hablando.

Llegó el momento en que empecé a vivir esa experiencia. Venerar, admirar al(la) artista. Concerle someramente, preguntarle cosas que se me venían a la mente. Confesarle que soy su lectora profunda de sus trabajos.

Pero fue incursionando en su vida de a Papas. O sea, de vez en cuando, en la que mi ser se vestía de fiesta, o sea de mí misma; pero sin querer he observado que la lengua se me traba, que actuo como mongoloide. Me doy cuenta de lo que me ocurre y trato de que todo tenga un cauce normal. Después cuando me retiro me quedo con la sensación de que no hice lo que quise, de que no estuve con la artista, sino con la amiga que guarda relación directa con su genialidad y que la posta la pierdo porque no estoy sintonizada en su dimensión. Sin embargo, a pesar de ello, me invento una nueva ocasión, en la que pueda sintonizar la misma nota, mientras tanto, me congratulo de tener la oportunidad de haber estado cerca de ella misma: amiga y artista.

Amparo

1 Comments:

Blogger Carolina Moro said...

A mí me pasa algo parecido. Prepararse, idear, inquietarse, estar a su lado. Algún día quisiera conocer a Paul Auster; creo que me moriría con sólo ver cómo sus ojos salidos se quedan fijos en los míos y me pregunta qué quiero de él.

saludos desde Chile

6:13 PM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home