Friday, May 06, 2005

El espejo

Esa mirada tuya. Esas lágrimas y tu puño enjugando tus ojos como un niño de dos o tres años. Pequeños ojos los tuyos, dos pequeñas lámparas de ébano, con la fuerza del tiempo inmemoriable. Tu mirada me turba. Te dije que no podía mantenerla por mucho tiempo. ¿Te acuerdas? No supiste qué decir. Miraste mis manos y jugaste con tus dedos. Titubeaste. No te dejé hablar, inmediatamente agregué, --tienes la fuerza del pensador. No te das cuentas, pero con tu mirada escudriñas, tanto así que yo la siento atravesar mi cráneo, tu mirada trepana mi cabeza. Sin ánimo me dejas, desnudo ante la nada. Sí, eso me ocurre cada vez que me miras: un ente incorpóreo.



Yo soy tu extranjero encarcelado, en espera de la pena máxima. Releyendo los contornos de las paredes que me separan de la libertad. Paredes que devuelven como eco mi respiración. Te aconsejé que no me miraras, no debías despertar al animal que dormía en el fondo de mi existencia.

¿Lloras de nuevo? Te hubieras ido sin mirarte y no estar aquí ante mí otra vez. Me empino. Me dejo ir. A lo lejos oigo voces llenas de algarabía. ¡Levanta tu copa, no seas cobarde! Brindemos. Te prometo que vendré a buscarte cada vez que quiera desahogarme, eso sí, evitaré mirarte a los ojos, no sea que tú tomes mi lugar, yo el tuyo, el de reflejo no lo deseo.

Amparo
Imagen obtenida de Cuaderno de notas. http://libro-de-obras.blogspot.com/2004_05_01_libro-de-obras_archive.html

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