Thursday, September 13, 2007

Tiempo


Imaginar el tiempo, es cosa de tontos. Pero sentirlo, describirlo, hablar de él... es cosa de memoria pasada, actual, futura que se compara como el sueño de un Dios que buscamos vívidamente hacerlo real, palpable, con voz, con materia. Tiempo que en verdad se traduce en frágiles sonrisas que se roba el eco de una cueva que no existe o que si existe responde únicamente a los patrones del primer grito o llanto, cuando se nace. Y los pulmones se hinchan con aire, con ese aire de mundo, de risa para unos y de llanto de dolor para el que viene.

Tiempo que te hace crecer y descrecer, creer y descreer, desde que se llega como un pedazo de símbolo humano, ya se hecha a correr la arena... y al rededor de uno, se van sumando otros tiempos ajenos en ese momento, hasta que se reconoce a quien nos ha cobijado durante algunos meses, no hay recuerdo de cómo vamos formando el mundo nuestro, pues nos distrae el aprendizaje, el reconocimiento. Y cuando ya andamos la memoria que trajimos se ha convertido en una costra olvidada. En una herida que llama cuando el alma duele. Y seguimos avanzando en el mundo que habitamos. Con tropiezos y vivas, con fracasos y logros. Nos imponen todo, desde la alegría hasta la tristeza, desde el llanto de desolación hasta el llanto de victoria, como cuando se da el primer paso semejante al de hombre en la luna o como cuando se da un cachiporrazo, merecido, para así empezar a distinguir entre lo bueno y lo malo. Y vamos cada dia aprendiendo aquel juego del tiempo y la vida, del tiempo y la historia propia.

Amparo
Septiembre 13, 2007

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